A finales del 2014 teníamos claro que había llegado la hora de ser padres. En nuestro caso, era yo la que siempre ponía alguna excusa para retrasarlo, pero hay un momento en la vida, independientemente de la edad en el que realmente te apetece, mejor dicho, lo necesitas. Y ese momento había llegado.
Eso que dicen que tardas mucho, que hay parejas que llevan años intentándolo… no fue nuestro caso, a finales de enero del 2015 ya estaba nuestra Pequeña Monstruita en camino, aunque nosotros tardamos bastante más en enterarnos.
Llevaba unas cuantas semanas de retraso, pero no le di importancia por ciertas circunstancias personales además estaba a dieta y siempre me ocurría. Pasaron dos meses y yo seguía igual y ya me empezaba a preocupar un poco. A mediados de Marzo me hice el test de embarazo y claro está, dio positivo.
Os podéis imaginar la gran alegría que nos dio a los dos, aunque fuimos bastante cautos y hasta que la doctora de cabecera no nos lo confirmó nosotros no dijimos nada.
Yo creía que los test de embarazo que compras en la farmacia no eran muy efectivos y tampoco le di mucha importancia pero al parecer si da positivo es positivo siempre, otra cosa es el negativo que puede ser un “falso negativo”, pero como no fue nuestro caso…
Si nos lo llegamos a pensar dos veces ya no podíamos echarnos atrás porque por suerte o por desgracia, según se mire, me quedé embarazada enseguida. Lo cual agradezco mucho porque tal y como soy yo, ¡qué me conozco!, empezaría a ponerme en plan neurótica y tremendista haciendo una montaña de un grano de arena.
Foto: Taniarte fotografía
Siempre dicen que los bebés traen un pan debajo del brazo, no se si la nuestra vino con una barra, una bolla o un bollito, lo que sé es que a nivel personal no pudo venir en un momento mejor, justo cuando más necesitaba una alegría tan grande.
A nivel profesional, me ha pasado más factura, siempre intento ver el lado positivo y hoy puedo decir, que mereció la pena.
Han pasado ya dos años desde que nos decidimos a ser padres, y es la mejor decisión que he tomado en la vida. Ser madre no es un camino de rosas, todas mis decisiones conllevan una gran responsabilidad, van a influir directamente en la vida de mi hija, en su forma de pensar, en su manera de relacionarse con los demás y sobre todo en su forma de ser. Espero hacerlo bien y ayudarle a ser una persona feliz.
Por ello, me esfuerzo en ser mejor persona cada día, disfrutar de lo que tengo y seguir luchando por mis sueños. Quizás no los consiga alcanzar nunca, pero nadie me podrá decir que no lo he intentado.