Se podría decir que desde muy pequeña soy de buen diente, no le pongo pegas a nada. Bueno sí, hay cosas que aunque quiero que me gusten me echan para atrás, son pocas, de hecho son tres y justificadas: las judías verdes; mi abuela las hacia los martes y jueves siempre y las acabé odiando, lo siento judía!! El bacalao no puedo con él y quiero que me guste pero no hay manera, es meterlo en la boca y tener que escupirlo literalmente, me da un mal rollo que no veas. Y por último, y esto admito que me lo tengo que hacer mirar, las albóndigas. En sí me gustan, están ricas pero… solo ver la forma redondillas me da un asquito que no os imagináis y todo fue por alguien que me dijo que las hacían con el sobaco y aggg!!! Ya sé que no es verdad pero… algún trauma tengo que tener!!!
Si hoy toca pescado en cualquiera de sus formas, me lo como, que hay carne, claro! Que si toca puré de calabacín, lentejas, paella… no dejo nada de nada en el plato y, claro está, acompañado de su rico y apetitoso “pan do país” que para eso en mi zona está buenísimo. El postre que no falte, que como decía mi abuela, que era muy sabia, “no vas bien comida”.
Claro está que con todo lo que me meto entre pecho y espalda no iba a tener yo la grandííííísima suerte de tener un metabolismo chachi y que lo queme todo por su cuenta y rapidito, pues no. Mi metabolismo es normalucho, tirando a lento, vaguete, vamos!! Y hace que se me acumule la chichita a lo largo de todo mi cuerpecito serrano. ¿Y qué? Sí, soy gordita de toda la vida ¿Y?
Antes me podía suponer algún problema, sobre todo en la tan tonta edad de pavo, que la mía fue un poco peleona, si no que le pregunten a la santa de mi madre. Pero ahora me río yo de la talla 36, yo me quedo con mi 40 y pico más pancha que ancha y nunca mejor dicho.
Los años te enseñan a pasar de las tallas, las marcas y todas esas pijadas que desde pequeñas la sociedad nos intenta inculcar a las niñas. Y digo a las niñas porque los hombre no tienen tanto problema con estas cosas.
En mi casa; en casa de mi madre, éramos 4. Mis padres a cada cual más chuli. Mi madre pequeñita, delgada y rubia, siempre monísima. Mi padre un pedazo chuliboy morenazo de playa de aupa. Mi hermana, con unos ojos azules enormes, alta y delgada, un cañón!! Y yo, ni tan alta, ni tan delgada ni tan morena, una mezcla entre todos. Eso sí, a simpática no hay quien me gane en toda la familia. Os podéis imaginar el panorama a la hora de comer. La frase de mi madre era: “¡Alba no comas más!” o su gran hit “¡Para ya!”.
Aunque no me importa mucho el ser gordita, también he de decir que desde los 15 años aproximadamente me he pasado media vida (a años alternos) a dieta y la otra media gordita, así que cuando me cuido estoy genial, pero luego empiezo a comer y comer hasta que me vuelve el sentido común y me vuelvo a cuidar.
Es por ello que cuando me enteré que estaba embarazada me puse en serio a comer bien y cuidarme porque me podía poner en 100 kg. en menos de lo que canta un gallo. Hice dieta, bajé unos 8 kg. en los primeros cuatro meses de embarazo. Ahora ya recuperé unos cuantos, más o menos unos 6 kg. ¡qué tampoco es tanto! Otras embarazadas a estas alturas llevan casi 20 kg., vale que no todas somos iguales, pero a mí me consuela saber que estoy por debajo de la media :).
El mérito no es solo mío, para que engañarnos, aquí la que me estuvo todos los día insistiendo en que me cuidara es mi madre, que cada vez que me llamaba me preguntaba que iba a comer, a cenar o lo que sea y si coincidía con ella a la mesa me decía “Alba no comas más” o “ no te pases que luego…”.
Estas últimas semanas me estoy despiporrando un poco y “pecando” un poco de más, pero bueno, malo será que llegado este punto me riña la matrona o mi madre (no se que será peor) ¿no? Después ya tendré tiempo a bajarlo!!!
A veces pienso: ¿Y si me sentara algo mal y estuviera dos o tres días mala? ¿Bajaría algo? Cuando vuelvo a la realidad digo: no, que luego estoy mala y me siento fatal.
En fin, de eso que para estar guapa hay que sufrir… yo paso, pa´qué, la vida hay que comérsela a bocados y coger fuerzas para que no sea ella quien te coma a ti.
Por eso, gorditas del mundo, tened paciencia que al final, todos nos quedaremos en los huesos!!!